5 de agosto de 2025
El Salvador, entre la luz y la sombra: ¿autoritarismo necesario o soberanía mal entendida?
Por: Bacilio Valenzuela – Director M2Noticias.
Publicado: 4 de agosto de 2025
SAN SALVADOR — Lo que comenzó como una presidencia disruptiva, joven y tecnológicamente seductora, hoy se encamina hacia un modelo político que genera más preguntas que certezas. Nayib Bukele, el “millennial cool” que prometió refundar El Salvador, acaba de dar un giro trascendental: su partido ha aprobado una reforma constitucional exprés que habilita la reelección presidencial indefinida. Para unos, se trata del fin de la democracia; para otros, la consolidación de un liderazgo que ha devuelto el orden a un país asediado durante décadas por la violencia.
📌 Un giro histórico: ¿regeneración institucional o concentración de poder?
Con el respaldo absoluto de una Asamblea Legislativa bajo control oficialista, la reforma abre el camino para que Bukele opte a un tercer mandato. Si bien la medida se presenta como un acto de soberanía, críticos locales e internacionales advierten sobre una deriva al autoritarismo que desmantela contrapesos democráticos esenciales.
Organizaciones como Cristosal, una de las ONG más reconocidas del país, ya han cesado operaciones dentro del territorio, denunciando persecución estatal. Al mismo tiempo, periodistas, opositores y activistas enfrentan el exilio o el silenciamiento. En paralelo, la narrativa oficial relativiza las acusaciones y reduce las críticas a un supuesto sesgo ideológico o desprecio por un país “pequeño y pobre”.
Pero El Salvador no es solo un país pequeño. Es un laboratorio geopolítico donde se disputa una guerra simbólica: la del modelo liberal occidental contra una nueva forma de gobernanza vertical, popular y efectista.
🌍 Intervención silenciosa: el rol de las grandes potencias
No puede entenderse el fenómeno Bukele sin observar el tablero internacional. Estados Unidos y la Unión Europea ven con creciente preocupación la pérdida de influencia en Centroamérica. Washington ha sido claro en sus advertencias sobre las reformas democráticas en El Salvador, pero sus mensajes parecen cada vez más irrelevantes para una administración que ahora mira a Pekín con interés estratégico.
Bukele ha firmado acuerdos con China, desairado públicamente a funcionarios estadounidenses y ha denunciado el “doble rasero” de los organismos multilaterales. Frente a este distanciamiento, se ha intensificado la emisión de informes negativos, reportajes críticos y campañas que acusan al gobierno de violaciones sistemáticas de derechos humanos. Algunas denuncias son verificables; otras, no tanto. Pero todas dibujan un escenario cargado de tensiones donde la verdad se vuelve un campo de batalla geopolítico.
¿Estamos ante una campaña de desprestigio orquestada? ¿O simplemente frente a una prensa que cumple su deber fiscalizador? Lo cierto es que la guerra informativa por El Salvador ya está en marcha, y ninguna potencia quiere perder.
🔎 ¿Qué dicen los datos? Seguridad, apoyo popular y silencio institucional
Bukele sigue contando con índices de aprobación superiores al 70 %. Su principal carta de triunfo: la drástica reducción de la violencia. Bajo el régimen de excepción vigente desde 2022, los homicidios han caído a niveles nunca antes vistos. El miedo que durante décadas paralizó al país ha sido reemplazado por una sensación de control y estabilidad.
Pero ese logro ha tenido un costo: centenares de denuncias por detenciones arbitrarias, opacidad en los procesos judiciales y un debilitamiento sistemático de la independencia judicial.
“¿Dictador? Que me llamen como quieran. Prefiero eso a que sigan matando salvadoreños”, dijo el presidente en su más reciente discurso. Y para muchos, esa frase encierra una verdad incómoda: la población parece dispuesta a sacrificar libertad por seguridad, al menos en el corto plazo.
⚖️ ¿Qué camino debe seguir El Salvador?
La gran pregunta no es si Bukele seguirá en el poder, sino qué modelo de país quiere construir El Salvador. Y más aún: ¿qué está dispuesto a perder para alcanzarlo?
Para su gente, la prioridad debe seguir siendo la seguridad, pero no a costa de los derechos fundamentales. El país necesita transparencia, reformas judiciales independientes y mecanismos reales de rendición de cuentas.
Para su economía, el riesgo está en el aislamiento internacional. Se requiere una diplomacia inteligente que evite depender únicamente de China o romper con Estados Unidos. La inversión extranjera llega donde hay reglas claras, no donde el poder es absoluto.
Para su democracia, es vital garantizar elecciones competitivas, pluralismo político y libertad de expresión sin represalias. El “modelo Bukele” no puede ser sostenible si anula toda crítica legítima.
Para enfrentar la delincuencia, el país debe pasar del estado de excepción a una justicia fortalecida, con policías capacitados, fiscales independientes y programas de reinserción social.
🧭 El dilema salvadoreño: ¿una nueva república o un espejismo autoritario?
El Salvador camina por una cuerda floja. Su transformación es real, pero su futuro es incierto. Puede convertirse en un referente alternativo para América Latina —un país que logró reinventarse sin tutelas externas—, o puede caer en el viejo patrón del poder concentrado sin retorno.
Bukele ha logrado lo impensable: despertar una nación dormida. Pero gobernar no es solo controlar. Es también saber soltar.
Bacilio Valenzuela
Director de M2Noticias
Mercadólogo y consultor en comunicación estratégica
Comunicar con propósito. Informar con integridad. Impactar con estrategia.