12 de septiembre de 2025 | 12:38 am
Me Levanto Temprano o Soy Amable: ¡No Me Pidan las Dos!
Santo Domingo, 12 de septiembre de 2025
Hay que elegir las batallas, mi gente, y yo ya descubrí la mía: o me levanto temprano o soy amable, pero las dos juntas… ¡nananina! Eso es como esperar que el GPS funcione en el túnel del metro: pura ilusión. Aquí les cuento por qué este combo mañanero no va conmigo y cómo el universo siempre pone a prueba mi paciencia.

La Alarma vs. Mi Amabilidad
Imagínate este panorama: suena la alarma a las 6:00 de la mañana, abres un ojo con más esfuerzo que levantar una pesa de 50 kilos, y el universo ya espera que seas un rayo de luz. ¡Como si fuera tan fácil! Y por si fuera poco, aparece un prójimo que no coopera: el vecino que pone música a todo volumen, el colega que manda un correo urgente a las 5:59 AM, o el niño que decide que ese es el momento ideal para una pataleta.
Yo me propongo un reto todos los días, se lo juro. Me miro al espejo y me digo: “Mi misma, hoy vas a ser gente con la gente”. Pero, ¡pufff!, de la nada aparece el obstáculo: ese prójimo que parece enviado por el destino para probar mi paciencia. A esa hora, mi nivel de amabilidad está más escondido que la señal de celular en un ascensor. ¡Es la verdad!

No Somos Hoteles Todo Incluido
Seamos realistas: no todos tenemos el superpoder de levantarnos temprano y ser un sol de amabilidad al mismo tiempo. Eso es como pedirle a un carro que sea jeepeta y bicicleta a la vez. Yo digo, o me levanto temprano o sonrío con los buenos días, pero no me pidan el combo completo porque no soy un hotel de Punta Cana. ¡Aquí no hay “todo incluido”!
«A las 6:00 de la mañana, mi amabilidad está en modo avión: desconectada.»
Y no es que no quiera, ¿eh? Es que el cuerpo y el alma tienen un límite. Si me levanto al alba, necesito un café, un milagro y al menos 15 minutos de silencio antes de empezar a repartir sonrisas. Porque, vamos a hablar claro, hay mañanas en que el prójimo no ayuda, y uno tiene todo el derecho de hacerle entender que la amabilidad mañanera es un privilegio, no una obligación.
El Reto: Elegir la Batalla Correcta
Entonces, mi gente, la vida es un juego de prioridades. Si me levanto temprano, no me pidan que sea la reina de la simpatía de una vez. Y si estoy siendo amable, no me culpen si me quedé dormida cinco minutos más. Lo importante es saber negociar con el universo: a veces toca ser productiva, otras veces toca ser encantadora, pero las dos a la vez… ¡eso es para superhéroes!
Así que, mi consejo: elijan su batalla mañanera. Y si el prójimo insiste en sacarte de quicio, respira hondo, cuenta hasta diez y recuerda que la amabilidad, como el café, se disfruta mejor cuando está bien preparada.
¿Y tú, eres de levantarte temprano o de repartir sonrisas? Cuéntame en los comentarios cuál es tu batalla mañanera y cómo lidias con esos prójimos que no cooperan. ¡Dale, que quiero reírme contigo!

